Relo-ojiando

de nuevo vengo en furia. Rondando como vigilante lo que dijieron, ahora veo con ojo de sospecha esas palabras, aunque digan la verdad, no les creo.

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No creo que ahora logre lo que no logré en toda mi vida, hacer que las cosas vayan donde yo apunte con mi dedo es de una inocencia de feroz. Prefiero sentarme a ver pasar los techos de los autos, contar sus patentes, rimar palabras terminadas en "geot", y levantarme cada tanto a pedirle perdón a mi buena paciencia. Hoy no vino el señor que trae esos dulces de color negro, tampoco la señora que me barre el pelo ni el gato que me mira y no me envidia.

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desde lo alto se pueden ver los relojes como caminan a juntarse con otros relojes. TODOS a las 9,, todos a 10. Cada cual con su ritmo, pero siempre puntuales, diferentes unos de otros, pero puntuales. Hay del que no llegue puntual, porque ese sería feliz, y tener felicidad es peligroso para quien da cuerda.

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La única obligación del hombre santiaguino es decir que lo pasa un poco peor en su vida. Así la mujer se queja menos. La única obligación de la mujer santiaguina es destinarse por lo menos $50.000 lucas en ropa y gimnasio.

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Todavía no conozco una lesbiana linda

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